Laberintos y casitas azules que serpentean hacia la cordillera del Rif. Al norte de Marruecos, entre los montes Tisouka y Megou, hay un pueblito que deja a todos boquiabiertos. Chaouen, también conocido como Chefchaouen o Xauen, es un remanso que, aunque ha crecido en popularidad, continúa siendo un destino con mucha paz y lleno de misticismo.Este lugar era impenetrable hasta hace un tiempo atrás. Sagrado para los musulmanes y prohibido para los cristianos. Fue fundada en el siglo XV y luego ampliada por los musulmanes y judíos, que terminaron por darle ese toque arquitectónico andaluz, con callecitas irregulares, casas encaladas y colores únicos, que la convirtieron en el destino más fotogénico del país. 

EL PARAÍSO AZUL
Laberintos y casitas azules que serpentean hacia la cordillera del Rif. Al norte de Marruecos, entre los montes Tisouka y Megou, hay un pueblito que deja a todos boquiabiertos. Chaouen, también conocido como Chefchaouen o Xauen, es un remanso que, aunque ha crecido en popularidad, continúa siendo un destino con mucha paz y lleno de misticismo.Este lugar era impenetrable hasta hace un tiempo atrás. Sagrado para los musulmanes y prohibido para los cristianos. Fue fundada en el siglo XV y luego ampliada por los musulmanes y judíos, que terminaron por darle ese toque arquitectónico andaluz, con callecitas irregulares, casas encaladas y colores únicos, que la convirtieron en el destino más fotogénico del país. 

Desde el índigo hasta el cobalto. Todos los tonos de azul junto al blanco tiñen los paisajes de Chaouen y lo hacen tan singular.
Los habitantes pintan sus casas y calles varias veces al año, en los cambios de estación y en las celebraciones, con el objetivo de purificar, higienizar y ahuyentar a los insectos. 
Pasear por aquí es cautivante y es también detenerse en el tiempo. Muchas son las atracciones que ofrece la villa, con una medina ordenada, la plaza Hamman y la Gran Mezquita. Las tiendas de souvenirs, de ropa, lana y cuero, así como los talleres artesanales de hierro y madera forman parte de su tradicional postal.
La experiencia gastronómica es muy interesante gracias a los deliciosos panes, los postres árabes y las especias que inundan con su aroma el aire. Pero no hay visitante que se pierda el té verde, una parada imperdible para degustar en lo cafés de la ciudad. 
En las afueras, a unos 30 kilómetros, se encuentra Akchour, un parque natural con bellísimas cascadas, y el Puente de Dios, que resulta el punto de partida de rutas de senderismo y trekking.

CÓMO CONOCERLA

Existen circuitos de 7 noches desde Tánger o Casablanca, donde se brinda la oportunidad de descubrir la ciudad, sin pernoctar.
Otros itinerarios atractivos salen desde la Costa del sol por 10 noches, recorriendo el norte de Marruecos y permitiendo hacer estancia en Chaouen por una o dos noches.

De Nadia Ludueña
Para Destefanis Travel

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